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Por propósito mayor

Alejandra Castro

“Y todos los que hayan dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras por causa de mí, recibirán cien veces más y heredarán la vida eterna.” (Mateo 19:29)
El libro de Mateo comienza con la genealogía de Jesús, mostrándonos la grandeza de Dios al preservarla, tanto en los buenos como en los malos momentos, y hacer que su nombre sea glorificado a través de la llegada del Mesías.
A lo largo de la genealogía vemos historias de personas que se vieron obligadas a huir de sus tierras para mantenerse a salvo: pérdidas, sufrimiento, esperanza, dolor, alegría, consuelo, y todas ellas, de alguna manera, clamaban por la venida del Redentor.
Ninguna de las historias tiene un fin en sí misma. Todas apuntaban a una historia más grande que sus propias narrativas: el Mesías. Del mismo modo, todo el sufrimiento que atravesaron no se limitaba a una mera cronología, sino que tenía un propósito mayor: la gloria de Dios. Cuando miramos a los cristianos perseguidos en todo el mundo, podemos estar seguros de que todo el sufrimiento que enfrentan tampoco es un fin en sí mismo, sino que tiene el mismo propósito mayor. La historia de Dios está siendo difundida a través de su pueblo en todo el mundo, en los lugares más peligrosos para ser cristiano, pero también aquí y ahora. ¡Y eso nos incluye a vos y a mí!
La llegada del Mesías prometido, anunciada por los profetas y los ángeles, representó una gran amenaza para los poderosos de este mundo. Jesús, aun siendo un bebé, fue buscado por Herodes, para matarlo y por ello tuvo que huir a Egipto. Y aún en la actualidad, muchos buscan matar a los seguidores de Jesús. Por esta razón, constantemente se ven obligados a huir de sus hogares y comunidades, como es el caso de los cristianos en Nigeria, Burkina Faso, Congo, India y Myanmar. Muchos años después, Jesús comienza su ministerio y su reino es anunciado a través de Juan el Bautista: “Arrepiéntanse, porque el Reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2), lo que resultó en la prisión y posterior muerte de aquel que lo anunciaba. Esto muestra cuán peligroso era ese mensaje y el rechazo de la predicación del evangelio. El mensaje del evangelio siempre entra en conflicto con los sistemas vigentes, ya sean políticos, económicos o incluso religiosos. En los países cerrados, este enfrentamiento casi siempre viene acompañado de persecución. Sin embargo, este rechazo no ocurrió solo con el mensaje, sino también con los mensajeros y con el propio Mesías.
¿Qué se puede esperar, entonces, que suceda con sus seguidores? Si persiguieron al maestro, también perseguirán a los discípulos.
Hoy, más de 380 millones de cristianos son perseguidos en el mundo precisamente por renunciar a todo para seguir a Jesús. Solo en el último año, más de 4.000 cristianos murieron a causa de su fe. El mensaje sigue siendo peligroso y la renuncia a la propia vida es un requisito fundamental para aquellos que han sido llamados a proclamarlo.

No podemos ser sus seguidores sin amarlo por encima de todas las cosas.

Pongamos nuestra seguridad en Jesús, eligiendo lo eterno por sobre lo pasajero.

Confiemos en que hay una recompensa gloriosa por dejarlo todo y seguir a Jesús.

Oremos por aquellos desplazados que huyen por su fe en Jesucristo.