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La tentación como prueba

Victoria Bertossi

“Y no nos dejes caer en tentación sino, líbranos del maligno.”
Mateo 6:13 (NVI)
La palabra tentación significa inducir al mal, y presagia un comportamiento impropio de un cristiano. En la Biblia se traduciría mejor usando la palabra probar que tentar.
Tentar a una persona no es tanto tratar de inducirla al pecado como probar su fuerza, su lealtad y su habilidad para el servicio.
Por ejemplo, en Génesis 22:1, cuando Dios probó la lealtad, y la obediencia, de Abraham demandándole el sacrificio de su único hijo Isaac.
En varias oportunidades encontraremos en la Biblia que la palabra tentar contiene la idea de probar. Una de las grandes verdades, acerca de la tentación, que encontramos en la Palabra, es que no es para hacernos caer, sino para hacernos mas fuertes y mejores personas; preparados para soportar las tensiones y presiones del día malo.
Una mejor traducción de la petición final en la oración de Jesús es “líbranos del maligno”. (Como es el caso de la NVI)
Vemos en la Biblia que el mal no es considerado como un principio abstracto o, como una fuerza impersonal, sino como un poder activo y personal que se opone a Dios.
En hebreo la palabra Satán quiere decir “un adversario”, el calumniador por excelencia, el adversario de la humanidad. Satanás se propone hacer fracasar el propósito de Dios y destruir a la humanidad. De ese poder destructor es del que Jesús nos enseña a pedirle a Dios que nos libre.
¿De dónde proceden nuestras tentaciones?
Según Santiago 1:14, somos tentados por nuestra propia naturaleza pecaminosa.
Pero, muchas veces el ataque nos llega de fuera de nosotros.
Hay amistades y compañías que nos pueden hacer mucho daño en un mundo provocador, y tentador. Personas que son una mala influencia, corriendo riesgo nuestra integridad como cristianos.
A los adolescentes y jóvenes, les pasa que no quieren ser menos que el entorno. Y, el miedo a la exclusión del grupo, los lleva a permitirse algunas libertades o hábitos mundanos.
La defensa contra la tentación
La Biblia nos equipa para pelear la batalla contra el mal que está buscando cómo y en qué momento atacar.
Una defensa eficaz ante la tentación es sencillamente el coraje de ser auténticos.
Otra forma de defensa es no traicionar a aquellos con quienes compartimos una comunidad y amor mutuo. Esa dependencia mutua, será de ayuda para resistir la tentación.
Además, la presencia de Jesucristo en nosotros nos defiende. Su presencia es constante. Él es la mayor defensa frente a la tentación.
Por eso oramos como Jesús nos enseñó.