22 mayo, 2025 | Iglesia Nueva Vida ←Volver a Devocionales La oración y la fidelidad de Dios: un vínculo inquebrantable Walter Oyola En la rutina de la vida, donde a menudo nos encontramos caminando al ritmo de la incertidumbre, y enfrentando desafíos que amenazan con abrumarnos, la oración emerge como un puente sagrado que nos conecta con la inquebrantable fidelidad de Dios.Es en la quietud de la oración donde descubrimos que no estamos solos en nuestra vulnerabilidad, sino que somos sostenidos por un Dios cuya fidelidad es un refugio seguro y una fuente constante de fortaleza. “Pero tu misericordia, Señor, llega a los cielos; ¡Tu fidelidad se extiende hasta las nubes!” (Salmo 36:5)La oración es mucho más que una mera súplica; es una íntima comunión con nuestro Creador, un diálogo del corazón donde vertemos nuestras alegrías, tristezas, anhelos y temores.En este espacio sagrado, la fidelidad de Dios se revela de dos maneras entrelazadas: en su disposición a escucharnos, y en su promesa de respondernos.Primeramente, su fidelidad se manifiesta en su oído atento.Jeremías 29:12 nos asegura: “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré.” Esta promesa nos invita a acercarnos a Él con la certeza de que nuestras palabras no se pierden en el vacío, sino que son recibidas por un Dios que nos conoce íntimamente y se preocupa por cada detalle de nuestras vidas. En cada susurro, en cada clamor, Dios está presente, escuchando con un amor incondicional que nunca falla.Segundo, su fidelidad se demuestra en su respuesta oportuna y perfecta.Mateo 7:7-8 nos anima a perseverar en la oración: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.”Aunque la respuesta a nuestras oraciones puede no siempre alinearse con nuestros tiempos o expectativas, podemos confiar en que Dios, en su infinita sabiduría, responde de la manera que es mejor para nosotros.Su fidelidad no se mide por la inmediatez de la respuesta, sino por la certeza de que Él está obrando para nuestro bien y para Su gloria.Hoy, es el momento de entrelazar la oración con tu confianza en la fidelidad de Dios. Que la oración no sea solo un acto de pedir, sino también un acto de descansar en la fidelidad de Aquel que nunca falla.Al cultivar una vida de oración constante, arraigada en la verdad de la fidelidad de Dios, descubrirás un refugio seguro donde tus temores se disipan, tu esperanza se renueva y tu espíritu se fortalece.Que cada oración sea un recordatorio de que no estás solo, sino que estás conectado con un Dios que es fiel en todo momento y en toda circunstancia.