Lo que Dios espera de nosotros
En el Evangelio de Juan 15:8 leemos lo que Jesús dijo a sus discípulos aquella última noche, antes que fuera apresado y llevado a la cruz a morir por nosotros:
“Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos.”
Dios nos eligió para que llevemos fruto para su gloria. Llevamos fruto en calidad cuando permitimos al Espíritu Santo producir fruto y moldear el carácter de Cristo en nosotros. Hay una obra de Dios en cada uno de sus hijos que se debe reflejar en la vida de la Iglesia (Amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, …)
Pero también el fruto nos habla de cantidad, de multiplicación. Esto se ve expresado en nuestro servicio a Dios, que alcanza a otras personas a través del ministerio de la Iglesia.
Tanto en la vida comunitaria de la Iglesia como en la personal, glorificamos a Dios cuando damos fruto y mostramos que realmente somos discípulos del Señor Jesucristo.
Además otras personas, o aun el barrio que nos rodea, glorificarán a Dios al ver nuestras acciones:
“De la misma manera, que la luz de ustedes alumbre delante de todos, para que todos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre, que está en los cielos.” (Mateo 5:16)
Al llegar a un nuevo aniversario de la Iglesia cada uno debe sentirse parte activa de una comunidad de fe y servicio que debe llevar fruto y gloria a nuestro Dios.
Trabajar en unidad, respeto y apoyo mutuo es el gran desafío para lograr que el fruto permanezca, y seguir llevando gloria al Padre hasta que el Señor Jesús venga a buscar a su Iglesia.
Que los años pasados nos recuerden cuánto El Señor ha hecho por nosotros, y que al celebrar un año más lo hagamos con la expectativa que Dios aún tiene planes mucho más grandes para la Iglesia Nueva Vida.
Pr. Walter Romanenghi
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