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Hágase tu voluntad

Miguel Herrera

En el evangelio S. Mateo 6:10 o S. Lucas 11: 2, encontramos el modelo de oración que nos deja nuestro Señor Jesucristo.
La frase “hágase tu voluntad”, se podría decir que Todo se somete a los propósitos, planes y gloria de Dios.
En S. Mateo 26:39 . . . Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero sino como tú. El Señor Jesús en su humanidad, rindió voluntariamente su voluntad, a la del Padre en todas las cosas, haciendo que no hubiese conflicto alguno entre la voluntad divina y sus deseos.
Muy seguido utilizo esta frase en mis oraciones, pero me cuesta aceptar la voluntad de Dios cuando no está de acuerdo con lo que yo quiero. Me cuesta aceptar que la no realización de lo que deseo es la voluntad de Dios. Digo “Hágase tu voluntad”, pero mi malestar revela que no estoy en busca de su voluntad, sino detrás de las realizaciones de mi propia voluntad.
A veces soy como el pueblo de Israel (ver Jeremías 42:3 y 6; 43:2-4), tengo una decisión tomada, pero para darle un toque espiritual, pido al Señor su guía, dirección y que se haga su voluntad.
Pasó mucho tiempo y sufrimiento de las consecuencias de no aceptar la voluntad de Dios, hasta que entendí Romanos 12:2
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (RV60)
“No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta”. (NTV)
“No os conforméis a este siglo”= expresión externa que no refleja lo que de verdad está en el interior.
“Transformaos” = metamorfosis, cambio de apariencia externa.
“Renovación del entendimiento” = transformación que solo ocurre a medida que el Espíritu Santo, cambia nuestra manera de pensar mediante el estudio y la meditación constante de la palabra de Dios.
Recién ahí vamos a poder aceptar que, cuando nuestro Dios obra haciendo su voluntad, comprobamos que es buena, agradable y perfecta.
Por eso los invito a que siempre oremos “hágase tu voluntad”