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El impacto del aumento de población musulmana en Europa

Alejandra Castro

La iglesia cristiana, que dominó la región en el pasado, ¿está ante el fin de su influencia o ante una oportunidad de evangelismo?
Gente de todo el mundo llega a los países más desarrollados de Europa en búsqueda de oportunidades laborales y de vivir en un entorno seguro. Estamos ante el fenómeno migratorio más grande de la historia. Sin embargo, un grupo más llamativo por su crecimiento en las últimas décadas son los migrantes provenientes de países mayoritariamente musulmanes. Entre 2010 y 2016, Europa recibió una gran cantidad de refugiados, principalmente de Siria, Irak y Afganistán. Los destinos principales fueron Alemania, Reino Unido y Francia debido a sus políticas de asilo y amplias oportunidades laborales.
Pero la migración, a pesar de todos sus beneficios, presenta grandes desafíos tanto para quienes buscan un nuevo hogar como para los países que los acogen. Pese al apoyo que los gobiernos han ofrecido a los refugiados, el crecimiento de la población migrante no deja de generar resistencia. El aumento de la migración ha avivado la percepción de inseguridad en los nacionales, lo cual ha provocado respuestas violentas, como los disturbios ocurridos recientemente en el Reino Unido. Por otra parte, las comunidades suelen ver en la migración no sólo un desafío económico, sino también un riesgo para las tradiciones y los valores que han defendido durante siglos.
Entonces, ¿significa esto el fin del cristianismo en el Europa? Aunque las proyecciones demográficas parecen sugerir que el crecimiento de la población musulmana anuncia el fin del cristianismo en Europa, la pérdida de influencia cristiana no se debe principalmente a la inmigración, sino a la descristianización de Europa que viene avanzando desde hace siglos.
Sin embargo, la iglesia le pertenece al Señor, así que en las próximas décadas podríamos ver conversiones masivas en territorios ganados por el Islam. Entonces, en lugar de ver el crecimiento de la población musulmana como una amenaza, podría ser más útil considerar cómo la iglesia ha renovado su misión en territorios donde antes parecía haber perdido terreno, como en Medio Oriente y el Norte de África.
La misión de la iglesia continúa. Su desafío no está en la demografía cambiante, sino en redescubrir la forma de ejercer su llamado en un mundo cada vez más secular y multicultural.
En Hechos 4, cuando Pedro y Juan fueron encarcelados por sanar un enfermo, fueron llevados ante el Sanedrín, pero no pudieron retenerlos, porque el milagro era evidente y se asombraban al escucharlos hablar sin ningún temor, a pesar de que eran hombres sencillos y de poca educación. Luego de ser liberados e ir con los demás discípulos, oraron a una voz: “Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que hablen tu palabra con toda valentía. Extiende tu mano para que sean hechas sanidades, señales y prodigios en el nombre de tu santo Siervo Jesús”.