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Dios, consolador de todos los corazones

Luciana Retamozo

A veces, la vida nos golpea tan fuerte que sentimos que nuestro corazón no puede soportarlo más, que nuestras fuerzas están agotadas y que estamos rotos por dentro. Pero, incluso en medio de ese dolor, Dios nos entrega una promesa de esperanza:

“El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; Él rescata a los de espíritu destrozado.” (Salmos 34:18 NTV)

Este versículo nos recuerda que no estamos solos, que Dios está cerca, ofreciendo su presencia sanadora. Y ¿quién mejor que Él, nuestro Padre amoroso, para darnos el consuelo que tanto anhelamos en los momentos más difíciles de la vida?

Sin embargo, su obra no se detiene ahí. Él no solo nos consuela, sino que tiene un propósito mayor para ese consuelo. En 2 Corintios 1:3-4 dice:

“Dios es nuestro Padre misericordioso y la fuente de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado.”

Así, el consuelo que recibimos de Dios no solo es para nuestra restauración, sino también para ser compartido, llevando el amor que primero recibimos de Él.

Transforma nuestro quebranto en fortaleza y nuestras pruebas en un testimonio de su fidelidad. Porque el consuelo que viene de Dios fluye hacia los demás, trayendo ánimo, tal como lo hizo primero en nuestras vidas.

Filipenses 4:7: “Así experimentarán la paz de Dios que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.” Esta paz, que solo proviene de Él, es una paz inigualable, que va más allá de cualquier comprensión humana.

Estar cerca de Dios me ha revelado un refugio de gozo y contención. No he encontrado otra fórmula en esta vida que me brinde la serenidad y el consuelo que solo Él puede dar.

Jesús, al estar en nuestro corazón, nos permite atravesar lo que venga, con la certeza de que su paz cuidará nuestro corazón y nos dará la calma para seguir adelante confiando en que siempre será nuestro mejor refugio cada día.

Oremos por consuelo del Señor para aquellos corazones que lo necesitan.