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Dios construye caminos, nos moldea y nos enseña

Maximiliano Tejerina

Los invito a que tomemos el ejemplo de Job, como hombre de fe y perseverancia en medio de la adversidad.

A pesar de perder su riqueza, sus hijos y su salud, Job se mantuvo firme en su fe, y no maldijo a Dios. No obstante, Job buscó entender el propósito de su sufrimiento y se mantuvo fiel a sus creencias. Al final, Dios restauró a Job, dándole el doble de lo que había perdido y bendiciéndole con una larga vida llena de prosperidad y felicidad.

La historia de Job nos enseña sobre la soberanía de Dios, la realidad del sufrimiento en la vida de los justos, y la importancia de confiar en Dios incluso cuando no entendemos sus caminos.

Acá algo importante es “sus” caminos.

Como un arquitecto de vida, Él hace nuestros caminos, nos entrelaza, intersecta, nos une, amortigua, nos da las herramientas para llegar al final.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28)

En cualquier situación que estés pasando, sea buena o mala, todo contribuye a la voluntad de Dios. Los caminos de la vida se interconectan, se potencian, Dios tiene el control. En 2 Corintios 4:17-18, leemos: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”

Estos pasajes me hacen acordar a cuando estamos en el ojo del huracán y nuestras propias fuerzas nos deprimen. Con ojos carnales, no vemos el contexto.

Las pruebas y dificultades pueden ser oportunidades para crecer en fe y carácter, y que, a pesar de las pérdidas y desafíos, nuestra esperanza y fortaleza residen en Dios y en su propósito para nuestras vidas.

Descansar en delicados pastos, ¿hay que ganarse los delicados pastos?, ¡por supuesto que no! El Señor ya nos invitó. Es solo confiar.

A través de las pruebas y las tribulaciones, he aprendido que nuestra fe no se mide por la ausencia de problemas, sino por nuestra respuesta ante ellos.

Así que, hermanos y hermanas, les animo a mirar más allá de las pruebas temporales y a enfocar sus ojos en lo eterno. Aceptar que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece, y que, a pesar de nuestras debilidades humanas, Él nos está moldeando y utilizando para su gloria.