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Alegres en el Señor

Iván Miranda

La carta del apóstol Pablo a los Filipenses es una de las epístolas, escritas por Pablo, mientras estaba preso en Roma. (Alrededor del año 61 d.C.) Está dirigida a la iglesia de Filipos, ubicada en Macedonia (al norte de Grecia).
Es una carta breve, con apenas 4 capítulos, y hay una palabra que se repite 16 veces. Es la palabra “Gozo”. La pregunta es ¿Cómo es posible que un hombre en esta circunstancia escriba esta carta?
La respuesta se encuentra en la misma carta, si leemos Filipenses 1:12-21.
En esta introducción aprendemos que la verdadera “Alegría” no puede ser circunstancial. Ya que Pablo estaba prisionero en una celda, sin libertad, encadenado, condenado a muerte, sin embargo, estaba alegre.
La verdadera alegría no es el resultado de una realidad exterior sino interior. “Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia”. Éste es el secreto según Pablo.
Muchas veces los problemas reales que tenemos son menos de lo que pensamos, y él lo sabía muy bien. Por eso les aconseja cuidar sus pensamientos. “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, honesto, justo, puro, amable, todo lo que es de buen nombre, en esto pensad” (Filipenses 4:8)
Aquí describe una lista de pensamientos, para tomar control de lo que llega a nuestra mente, y someter los pensamientos en cautividad a Cristo. Y, aunque no tengamos control de las situaciones no tan buenas, aun así, sentirnos libres.
Pablo se hacía algunas preguntas en el capítulo 1:
¿Qué importancia tenía lo que a él le estaba pasando? Pablo estaba viviendo un momento dramático, y pelea en su mente (v.15-16). Pero en el v.18 dice “¿Qué, pues? De todas maneras, Cristo es anunciado; en esto me gozo”.
¿Qué significado tiene su padecimiento? Pablo estaba encadenado, tenía todo en su contra, y podría haberse sentido una víctima. Pero aun así le dio propósito eterno (v.12-14) “y la mayoría de los hermanos cobrando ánimo, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor”
Finalmente; debemos gozarnos en el Señor, lo que estemos pasando no está a nuestro control, ya sea bien o mal, Cristo es glorificado.
“Regocijaos en el Señor, siempre” (Fil. 4:4)