4 diciembre, 2025 | Iglesia Nueva Vida ← Volver a Devocionales Llamado a la Oración Ivana Balastegui En el libro de Nehemías, leemos que cuando Sanbalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los de Asdod se enteraron de que los muros de Jerusalén estaban siendo reparados, se llenaron de ira. Al ver que los portillos comenzaban a ser cerrados, se conspiraron para atacar a Jerusalén y hacerle daño. En medio de esta amenaza, Nehemías nos muestra la respuesta del pueblo de Dios: “Entonces oramos a nuestro Dios” (Nehemías 4:9).La oración fue la primera respuesta del pueblo frente a la oposición. No dependieron de sus propias fuerzas, sino que se volvieron a Dios, confiando en Él. Además, tomaron medidas prácticas, poniendo guardia de día y de noche para protegerse. En tiempos de adversidad, la oración debe ser nuestra primera respuesta, acompañada de acción.Pero la lucha no solo venía de fuera. El pueblo de Judá expresó su cansancio y desánimo, diciendo: “Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, el escombro es mucho y no podemos edificar el muro” (Nehemías 4:10). En medio de ese agotamiento, el enemigo no solo ataca desde afuera; también intenta quebrantar el corazón desde dentro.Hoy, como iglesia, también hemos enfrentado muchas adversidades. Hemos visto cómo el enemigo se ha manifestado con más fuerza en distintas áreas de nuestras vidas, intentando sembrar divisiones, desánimo y dudas en nuestros corazones. Pero la respuesta de Nehemías es un claro recordatorio de lo que debemos hacer: orar unidos, mantenernos alerta y confiar en el poder de Dios.Sabemos contra quién luchamos y las armas que Dios nos ha dado para la batalla. La oración es nuestra mayor fortaleza. Dios espera que no confiemos en nuestras propias fuerzas, sino en Él, sabiendo que Él es el único que nos da la victoria. La unidad en la oración es esencial, porque cuando oramos juntos, estamos declarando que dependemos completamente de Su poder y no de nuestras propias capacidades.Es tiempo de no desfallecer. No importa lo grande que sea la carga ni el cansancio que sintamos, Dios está con nosotros. Nos llama a mantenernos firmes y unidos, a seguir adelante sin rendirnos, a confiar en Su fidelidad hasta el final. Como Nehemías, debemos levantar nuestras manos en oración y seguir trabajando, sabiendo que el Señor es quien fortalece nuestro corazón y nuestras manos.El enemigo quiere que nos detengamos, que perdamos la esperanza, que dejemos de avanzar.El enemigo no está simplemente preocupado por los muros ni por el SUM que estamos terminando. El enemigo no teme una estructura de piedra, sino lo que esas piedras representan. Él sabe que cuando el pueblo de Dios se levanta y edifica, hay algo mucho más grande en juego: la restauración del corazón de las personas, el avivamiento espiritual, y el crecimiento del Reino de Dios. Sabe que, al avanzar la obra, más personas se acercarán al Señor y la comunidad será transformada. Por eso, el ataque del enemigo no es solo contra los muros de Jerusalén, sino contra todo lo que esa reconstrucción podría significar: una comunidad unida, un pueblo fortalecido en la fe, y una iglesia en expansión, que impactaría a otros y llevaría esperanza a muchos.Como pueblo de Dios, debemos resistir, orar y avanzar con fe. No estamos solos en esta lucha. Dios pelea por nosotros, y Él completará la obra que ha comenzado. Oremos juntos, con fuerza, con fe y con unidad, confiando en que Él nos dará la victoria.