Una iglesia que se renueva

Pr. Walter Romanenghi

En esta semana, una vez más, recordamos que el 31 de octubre de 1517, Martín Lutero presentaba sus célebres 95 tesis como reacción a la venta de indulgencias para la construcción de la basílica de San Pedro, oponiéndose a la forma en que la Iglesia vendía el perdón divino.
Cuando Lutero escribió sus tesis no tuvo intención de entregarlas al público para “protestar” contra la Iglesia, más bien quería alertarlos del error teológico. Sin embargo, con el correr de los años se generó el movimiento conocido como “La Reforma Protestante”.
En realidad, el espíritu de la Reforma ni comenzó ni concluyó en el siglo XVI. Siempre ha estado y estará presente en tanto que el Espíritu de Cristo continúa obrando en medio de su pueblo.
150 años después de Lutero, un teólogo de Países Bajos publicó un libro donde se encontraba la frase “ecclesia reformata, semper reformanda” (“la iglesia reformada siempre se está reformando”) ¿A qué se refería el teólogo Van Lodenstein con esta frase?
Debido al pecado remanente en el creyente, es fácil llegar a confiar en nuestras propias prácticas religiosas y obras imperfectas, antes que en la obra perfecta de Cristo.
Todos caemos en algún momento en honrar a Dios de labios mientras nuestro corazón se aparta de Él. En otras palabras, lo que siempre necesita reformarse en la iglesia es el corazón humano por medio del evangelio. La buena noticia es que la Iglesia sigue siendo reformada por la acción del Espíritu de Cristo obrando en nosotros, de manera constante, una y otra vez.
Este pensamiento vino a mi mente a consecuencia de los cambios que, en poco tiempo, comenzará a vivir la Iglesia Nueva Vida con el nuevo SUM terminado.
Próximamente vamos a poder utilizar las nuevas instalaciones, con nuevos desafíos y compromisos para servir al Señor en nuestra misión en Nueva Córdoba.
La transición ha sido larga, y un nuevo tiempo se avecina para nosotros.
Mas allá de espacios renovados, lo más importante será dar lugar al mover de Dios para este tiempo. Una iglesia aferrada a la Palabra de Dios, pero con formas y actividades nuevas para seguir avanzando. Permitiendo los propósitos de Dios.
“Ya no se acuerden de las cosas pasadas; no hagan memoria de las cosas antiguas.
Fíjense en que yo hago algo nuevo, que pronto saldrá a la luz.
¿Acaso no lo saben?
Volveré a abrir un camino en el desierto, y haré que corran ríos en el páramo.”
(Isaías 43:18-19)
Y el versículo 21 añade:
“A este pueblo lo he creado para mí, y este pueblo proclamará mis alabanzas.”

Oremos para que en todo lo que viene honremos al Señor, y que sea Dios quien renueve nuestro corazón, nuestro espíritu, y nuestros planes, para alcanzar la misión que nos ha dado.